Retórica de la imagenROLAND BARTHESSegún una etimología antigua, la palabra imagen debería relacionarse con la raíz de imitari.Henos aquí de inmediato frente al problema más grave que pueda plantearse a la semiologíade las imágenes: ¿puede acaso la representación analógica ( la ) producir verdaderos sistemasde signos y no sólo simples aglutinaciones de símbolos? ¿Puede concebirse un analógico, y nomeramente digital? Sabemos que los lingüísticos consideran ajena al lenguaje todacomunicación por analogía, desde el de las abejas hasta el por gestos, puestos que esascomunicaciones no poseen una doble articulación, es decir, que no se basan como losfonemas, en una combinación de unidades digitales. Los lingüistas no son los únicos en poneren duda la naturaleza lingüista de la imagen. En cierta medida, también la opinión corrienteconsidera a la imagen como un lugar de resistencia al sentido, en nombre de una cierta ideamítica de la Vida: la imagen es re-presentación, es decir, en definitiva, resurrección, y dentrode esta concepción, lo inteligible resulta antipático a lo vivido. De este modo, por ambos ladosse siente a la analogía como un sentido pobre: para unos, la imagen es un sistema muyrudimentario con respecto a la lengua, y para otros, la significación no puede agotar la riquezainefable de la imagen.Ahora bien, aún cuando la imagen sea hasta cierto punto límite de sentido (y sobre todo porello), ella nos permite volver a una verdadera ontología de la significación. ¿De qué modo laimagen adquiere sentido? ¿Dónde termina el sentido? y si termina, ¿qué hay más allá? Tal loque quisiéramos plantear aquí, sometiendo la imagen a un análisis espectral de los mensajesque pueda contener. Nos daremos al principio una facilidad considerable: no estudiaremos másque la imagen publicitaria. ¿Por qué? Porque en publicidad la significación de la imagen es sinduda intencional: lo que configura a priori los significados del mensaje publicitario son ciertosatributos del producto, y