Plutarco - vidas paralelas (péricles)
PERICLES - FABIO MÁXIMO - ALCIBÍADES CORIOLANO - TIMOLEÓN - PAULO EMILIO PELÓPIDAS - MARCELO
V I D A S
P A R A L E L A S
PERICLES I.- Viendo César en Roma ciertos forasteros ricos que se complacían en tomar y llevar en brazos perritos y monitos pequeños, les preguntó, según parece, si las mujeres en su tierra no parían niños; reprendiendo por este término, de una manera verdaderamente imperatoria, a los que la inclinación natural que hay en nosotros al amor y afecto familiar, debiéndose a solos los hombres, la trasladan a las bestias. Puesto que nuestra alma es por naturaleza curiosa y ávida de espectáculos, ¿no es razonable censurar a los que abusan de este instinto, consagrándolo a lecciones y espectáculos indignos de atención y despreocupándose, por otra parte, de las cosas bellas y útiles? Porque a los sentidos, como obran pasivamente, al recibir la impresión de cualquiera objeto puede serles preciso reparar en lo que los hiere, bien sea provechoso, o bien inútil; mas de la razón a cada uno le es dado usar como quiere, y dirigirla fácilmente al objeto que le parece o apartarla de él. Conviene, por tanto, volverla a lo mejor, no para examinarlo sólo, sino para alimentarse y recrearse con su contemplación. Porque así como al ojo aquel color le es conveniente que con su vivacidad y blandura ex3
P L U T A R C O
cita y recrea la vista, así también conviene emplear la inteligencia en objetos que con recreo la inclinen hacia el bien que le es natural y propio. Tales son las obras y acciones virtuosas que con sólo que se refieran engendran cierto deseo y prontitud capaces de conducir a su imitación; pues en las demás, al admirar sus frutos o productos no suele seguirse el conato de ejecutarlas, antes por el contrario, muchas veces, causándonos placer la obra, miramos mal al artífice, como sucede con los ungüentos y la púrpura; estas cosas nos gustan, pero a los tintoreros y aparejadores de