La hojarasca
Con una trayectoria profesional muy variada, la carrera de escritor de Gabriel García Márquez empieza con una novela corta que tiene todos los componentes de las obras posteriores.
Nuestra lectura de La hojarasca (GARCÍA MÁRQUEZ, cop. 1974) pasará por tres momentos unidos por un lazo más fuerte, la Historia. Por lo tanto, empezaremos por un enfoque del espacio de Macondo que está fuertemente marcado por la Historia que allí se inscribe con la llegada de los refugiados de la guerra. El enredo es constituido por personajes ambiguos cuyas memorias se manifiestan en forma de fantasmas, pero que revelan una identidad compleja.
La Historia, siempre presente, tiene un efecto directo sobre la vida de , pero también los individuos y García Márquez construye los vínculos que pueden existir entre una existencia particular y la Historia oficial.
1. Macondo, un espacio particular
García Márquez situó su enredo en un espacio geográfico muy particular. En La hojarasca, el relato está organizado alrededor de un espacio único, el del pueblo. Nácese en Macondo, llegase allá por casualidad, pártese de allí voluntariamente y muérese pero la vida que se podría tener o aquella que se vivió en otro espacio no es desarrollada en la obra. Por esta razón, la narrativa es totalmente dedicada a la descripción del pueblo y de sus características.
Si Macondo se encuentra en el territorio colombiano, el lector no lo sabe a partir de una fuente fiable. El pueblo parece existir en un espacio aparte, como si estuviese separado de el resto del mundo con el que no tiene o tiene pocos enlaces.
Esta obra revela el fenómeno del poder económico y político que se aprovecha de la fragilidad de otras naciones para imponerles sus leyes y costumbres, a veces con violencia. Aquí la empresa bananera viene a transformar radicalmente el espacio. La empresa cambiará la vida de los habitantes de Macondo cuando construye, por