Candida
Rev Iberoam Micol 2002; 19: 22-24
Forum micológico
Vulvovaginitis candidiásica
Gorka Barrenetxea Ziarrusta
Clínica Quirón Bilbao y Departamento de Especialidades Médico-Quirúrgicas, Facultad de Medicina y Odontología, Universidad del País Vasco, Vizcaya, España
Aunque, evidentemente, las micosis sistémicas diagnosticadas en pacientes inmunodeprimidos por diferentes motivos representan una entidad de indudable gravedad, lo cierto es que la existencia de vulvovaginitis candidiásicas supone, por su frecuencia y difícil tratamiento en ocasiones, un problema sanitario de indudable importancia. La mayoría de mujeres presentarán una infección candidiásica vulvovaginal en al menos una ocasión a lo largo de su vida. Además, la mitad de ellas presentarán al menos dos o tres episodios infecciosos en un año. Aunque sólo en un 5% de casos la enfermedad se vuelve crónica (hablamos de candidiasis vulvovaginal recurrente cuando se diagnostican cuatro episodios a lo largo de un año), lo cierto es que las recurrencias suponen un reto para los ginecólogos y una alteración cierta para la calidad de vida de las mujeres [1]. En este sentido, se han descrito implicaciones de carácter fóbico y trastornos de ansiedad (con necesidad de tratamientos psiquiátricos) en pacientes con episodios recurrentes de vaginitis candidiásica [2]. La micosis vulvovaginal fue descrita por primera vez por JS Wilkinson en 1949 al establecer una relación entre la existencia de hongos en la vagina y la aparición de una vaginitis. A partir de ese momento los conocimientos fueron evolucionando progresivamente. Actualmente hablamos de vaginitis (vulvovaginitis) micótica o por hongos levaduriformes ya que no todas las vaginitis son causadas por especies pertenecientes al género Candida. Fue en 1931 cuando Plass et al. publicaron en American Journal of Obstetrics and Gynecology un estudio sobre la candidiasis vulvovaginal, demostrando la patogenicidad de este agente levaduriforme [3]. Se considera