Los protozoos son microorganismos unicelulares eucariotas. Su morfología es variada, así como su fisiología y metabolismo, las cuales están adaptadas a sus necesidades. Su nutrición es heterótrofa en la forma parasitaria y autotrófica en las formas de vida libre. Unos tienen ciclos de vida más o menos complejos, tanto de vida libre como parasitarias, y en muchos de los casos presentan una forma vegetativa (trofozoito) y otra forma resistente (quiste). Aunque en la actualidad existe una tendencia hacia la unificación sistemática sobre la base de filogenia molecular de la fracción ribosómica 18S, la clasificación establecida para los protozoos de mayor interés se compone de cinco familias: 1. Sarcomastigóforos. 2. Apicomplexa. 3. Microspora. 4. Mixozoa. 5. Ciliophora. Los efectos patógenos de los protozoos en el aparato respiratorio, a diferencia de otras localizaciones (Intestino, el hígado, la vagina, la uretra, etc.), constituyen un grupo de enfermedades raras, con la existencia, en mayoría de los casos, de una situación clínica subyacente correspondientes a ciertos estados de supresión inmunidad (sida, los trasplantes, hemopatías malignas, cortico terapia, etc.), aunque otros factores, tales como visitas a zonas endémicas y la inmigración, también se deben tener en cuenta. Los mecanismos mediante los cuales los protozoos afectan el aparato respiratorio puede ser: daños directos en el parénquima (por ejemplo, la toxoplasmosis); a través de una respuesta inflamatoria sistémica por diseminación hematógena (como la malaria), y por contigüidad con una lesión adyacente (amebiasis, por ejemplo). Aunque muchos de los protozoos, que son de interés médico, puede ser cultivados, estas técnicas apenas se utilizan con fines de diagnóstico. Se da más importancia a la visualización microscópica. Esta puede lograrse mediante exámenes en frescos o por el empleo de coloraciones específicas (Wheatley tricrómica, Giemsa, Heidenhain, Lugol, etc.) .Por otra parte, junto con el