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Durante este período Francia va a ser el gran referente en casi toda Europa, exportando un modelo surgido debido a las tendencias propagandísticas de la Gloria del Emperador, Napoleón Bonaparte. En esta época se asimila el Neoclasicismo relaborado, mezclándolo con elementos de las grandes culturas del pasado, intentando recrear las epopeyas históricas que servirán para ensalzar al nuevo gobernante.
1804-1829 Las bases se sentaron a partir del estilo previo llamado Consulado, mirando hacia los modelos pertenecientes a la Roma Imperial, intentado comparar al emperador con los grandes césares. Tan influyente fue la figura de Napoleón que alcanzó todas las manifestaciones estéticas, no solo en Francia, sino en el extranjero, manteniéndose después de su caída del poder.
Continúa utilizándose la caoba, madera oriunda de América, que se usa maciza para muebles de aspecto rectilíneo, cúbico, en los que el protagonista es el bronce (generalmente dorado).
Abandonadas las líneas suaves y redondeadas, el mueble se vuelve majestuoso, de una pieza; esta rigidez se suaviza mediante motivos ornamentales recogidos del pasado egipcio, griego y romano. Las decoraciones son a base de palmetas, coronas de laurel, guirnaldas, columnas y capiteles de orden dórico y corintio, esfinges, águilas imperiales, cabezas de animales grecas, junto con algunas imágenes referidas a Napoleón (la letra N, figuras de abejas) Otro elemento característico de esta época es el cisne que junto con el águila y la victoria alada eran los preferidos de la emperatriz Josefina, se verá reflejado en los respaldos envolventes o en “gondole” (semejante a una góndola o barca) de sillones y tapicerías. En esta etapa son frecuentes las patas en forma de sable y el lacado para dar el acabado final al mueble. En ocasiones el lacado desaparece y deja paso a la marquetería, de igual forma las patas en forma de sable ceden a las rectas con pies de garras de león.
En madera de caoba con marquetería.