Organização de arquivos
Arch. Norma Catalina Fenoglio
INTRODUCCION En todos los tiempos se ha reconocido al archivero la misión de conservar el material del cual es responsable. En todos los tiempos, también, se han destruido los papeles cuya conservación era considerada inútil; pero esa calificación, al igual que la decisión de eliminar, eran dadas, en un principio, por funcionarios de la administración o dejadas a criterio de cada archivero, en relación explícita o implícita con el organismo productor de los documentos, sin legislación que lo sustentara e, incluso, sin evaluación previa. Las decisiones relativas a la conservación o a la eliminación de los documentos no estaban basadas ni en principios ni en métodos o prácticas relacionadas con la archivística. Simplemente se conservaba todo o se eliminaba en forma indiscriminada, sin ninguna objetividad o motivo fundado. A mediados del siglo XIX, sobre todo hacia 1880, comenzaron a surgir voces, desde el campo más teórico, que impulsaban la inclusión, como factor de juicio previo a la eliminación, el interés de la historia y la investigación. Por esa época aparecen, en algunos países, listas o tablas de documentos eliminables, confeccionadas por un servicio de archivos en particular o por el conjunto de archivos de un país.1 Sin embargo, por aquellos años no se preveía un tratamiento particular para los documentos que, agotada su utilidad administrativa corriente y no teniendo interés histórico, debían ser conservados un cierto período de tiempo como documentos de referencia ocasional, por su valor jurídico. Por el
1 En Francia, la primera lista, confeccionada por una comisión compuesta por archiveros, administradores, juristas e historiadores, data de 1887.
contrario, se dice que los oficinistas percibían parte de las ganancias de la venta del papel de rezago, por lo que historiadores y archiveros tuvieron que intervenir para salvar documentos con valor secundario.2