Los efectos de la lógica hegemónica del control en la educación social. una praxis posible
Dra. VIOLETA NÚÑEZ[1]
Partimos de considerar que la educación social ofrece lugares para nuevas articulaciones culturales y sociales de los sujetos[2], es decir, ofrece tiempos y espacios en los que los sujetos pueden construir otros vínculos culturales y sociales. […] Toda práctica de educación ejerce control social, pero ello no es lo específico sino lo común a todas las prácticas sociales. Esta breve presentación pretende mostrar ciertas especificidades de lo educativo, lo central del control, hoy, y proponer una praxis de educación social.
1. Supuestos pedagógicos
a) […] La educación, en cada momento histórico, facilita a las nuevas generaciones su acceso a la cultura plural mediante la construcción de la civilidad (Hegel [1821]:1987) o del sujeto social (Kant [1788]: 1986) en cada recién llegado[3].
b) Ese acceso se realiza mediante un forzamiento discursivo o “violencia pedagógica” (Hegel: op.cit.), ya que es necesario que el niño ingrese a una particular combinatoria cultural y en ese tránsito “pierda” algunas potencialidades y “gane” otras[4]. De ninguna manera se trata de una violencia de segundo orden o respuesta social, militar, política o personal (intervención). Se trata de una “violencia” de carácter simbólico, en el sentido de un forzamiento para hablar, caminar, ver,… según las pautas culturales de pertenencia. Es el “coste” que para cada sujeto tiene el poder vivir con otros, hablar una lengua, etc. La educación promueve la construcción de un sujeto social al incorporarlo (como efecto de ese forzamiento discursivo o violencia pedagógica), a un mundo ya establecido. Es decir, le permite estructurar las dimensiones de civilidad o socialidad, que son nombres de la posibilidad de vivir con otros, esto es, de someterse voluntariamente (La Boétie: 1993[5]), a la ley simbólica del lenguaje. Pero no todo puede ser regulado. Cierta ecuación